Vaivén


El gris se mece en tu mar

salado y dulce/profunda orilla
donde el sol se posa, pequeña tibieza
ignorada en el clamor de dos
siluetas de colores/el asomo del regreso tuyo
caminante despojado y solitario
la presión de dar en la tecla en cada vaivén

Redundo en la sed


Ecos mecen lo nuevo
desperté en sed
complejo todo en lo que redundo

qué pulso, qué pellejo contuve
cómo es que devengo en vos

cerré en vuelo esos rumores
huecos, confusos... huecos.

Cardiograma del invierno


Invierno mentiroso, la ruina de este cuerpo
sólido/inerme
asustado en la mímesis de los rincones
danzando en alguna bidimensión
subestimado y abolido por una ausencia

un cardiograma del zurcido
con el hilo atemporal de las razones

Para ver

gruñe mi cuerpo derramando vacío
consumiendo fronteras en una metáfora
que une trazos desvariados
tan desprolijos que añoran lo impávido

velar para improvisar la noche
ese paréntesis vehemente
esparciendo rosas para ver

La palabra

silencioso es el tiempo que me abraza
también me detengo/recojo los frutos de la fiesta
como celebración de un momento que no es este

¿somos el soplo antiguo de naves quietas
suspendidas en el aire por un hálito en la inmensidad?

entonces desamarrar el agua
y evitarle ser la nave encallada en el deseo
encontrar la vida en el deseo
(acaso repetirlo le calme la sed)

susurrar al oído el fuego
crispando, quemando, pidiendo a gritos eso
en el cauterio que es la palabra

sostenida en el vacío por ser palabra